viernes, 29 de mayo de 2009

Ministerio de los Despropositos

No todo van a ser críticas. No, de cuando en cuando hay que aportar algo de forma constructiva y sin acritud. De buen rollito que dirían los jóvenes y no tan jóvenes. Pues bien, hoy voy a ser buen chico y sugerir algo a nuestros gobernantes en el amplio y multiorgánico sentido de la palabra para ayudar a salir del marasmo en el que tienen instalado el suelo patrio en los niveles nacional, comunitario, de las comunidades autónomas se entiende, y municipal, dicho sea con todo el respeto que se merece el tema. Porque es importante, vaya que si lo es…, no en vano nos va gran parte del futuro en ello.

Personalmente encuentro a faltar un organismo que aglutine el gran número de desatinos que nuestros próceres acometen a diario. Alguien que con categoría y buen hacer de cabida al ingente número de tonterías, por no decir algo más contundente, con el que nos regalan, prácticamente a diario, gobernantes de diferentes signos políticos, todo depende del lugar de España en el que nos encontremos y la leal oposición a la que se enfrenten. No voy a pormenorizar ya que todos encontraremos ejemplos que nos satisfagan.

No obstante la solución parece sencilla y aún me hago cruces de cómo no la han puesto en marcha antes. Dejémonos de pamplinas respecto de competencias y pidamos, pero ya, que se cree el Ministerio de los Despropósitos con un titular al frente, por ejemplo el ministro menos valorado o el que vaya a convertirse en prescindible en breve o el Alcalde del municipio al que se pertenece. Yo que sé. Alguien con entidad a quien poder culpar de despropósitos varios y a quien destituir sin miramientos semana tras semana, por que materia y candidatos hay, no se vayan a pensar.

Sistema de funcionamiento. Simple y efectivo. Con toda la tecnología que nos brinda la era Internet solicitemos que se cree una pagina web donde, debidamente categorizados, se nos ofrezcan los desatinos a valorar sin dejarnos ninguno. De esta forma podremos establecer una jerarquía y votar sobre el particular. No se si será efectivo, pero lo cierto es que desahogar seguro que desahoga lo suyo. Además se podrían otorgar galardones al despropósito del mes, de la legislatura, o del año. Por ideas que no falten.

Si quieren documentarse más sobre uno de los desatinos más celebres, o al menos así me lo parece, de los últimos a los que hemos asistido, no tienen más que acceder al blog de Jerónimo Tristante y leer el articulo que ha titulado “Otro lumbreras”. Merece la pena.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Las chimeneas


Por esos azares de la vida, y con la intermediación de dos personas que me son extraordinariamente próximas y queridas, he llegado a la foto que ilustra este escrito. De entre todas las que me han remitido he querido destacar esta por la elegancia que destila la obra y aquello que me transmite.

No voy a descubrir nada nuevo al respecto, solo pretendo aportar un pequeño grano de arena en forma de comentario a la inmensa genialidad de Gaudí. Debería escribirlo con mayúsculas pero no es de buen tono en la red.

Desde luego hace falta tener un cerebro privilegiado para cultivar las diferentes ramas del saber que atesoró en vida el arquitecto de la Sagrada Familia. Hace falta tener una sensibilidad especial para arrancarle a las diferentes materias primas que empleaba todo lo que tienen en su interior y mostrarlo al mundo entero. Es preciso un sentido del ritmo y del movimiento fuera de lo común para imprimir a tus obras ese carácter especial y único. Es completamente necesaria una percepción muy distinta de la realidad imperante para dar ese toque maestro a todo lo que te rodea.

Para muestra un botón y a eso iba. Esta foto son las chimeneas, o tubos de aireación, no se muy bien, de la casa Milá y no me digan que el apellido no les suena o que no conocen el edificio situado en la parte alta de esa cosmopolita, elegante y marinera ciudad que es Barcelona. Como decía al principio, hace falta ser Gaudí para convertir la humilde y, por concepto, funcional salida de humos de un edificio en una obra de arte.

Esta suerte de guerreros de un pasado o futuro remoto, estos atlantes de yelmo en punta solo podían albergar vida en la mente y las manos del renombrado arquitecto. Sus estirados y retorcidos cuellos partiendo de un único tronco común como la Hidra mitológica esforzándose en atisbar la ciudad que palpita a sus pies solo podían ser creados por una mente única. Esa especie de mascara protectora que cubre y descubre a la vez unos labios singulares y todo ello enmarcado, en definitiva, en ese rostro mudo, pero en modo alguno inexpresivo, revela un talento fuera de lo común del que era poseedor, y con creces, Antonio Gaudí.

Admiren la obra, reflexionen detenidamente sobre la misma y opinen. Se lo recomiendo.

martes, 5 de mayo de 2009

Mentideros

Fea palabra ¿verdad? aún así, el concepto es de muy sencilla explicación. En el Castizo Madrid del XVII, nuestro archiconocido y renombrado Siglo de Oro, existían lugares públicos, una plaza por ejemplo, donde los madrileños se reunían a no hacer nada. Así de simple. El único merito necesario para pertenecer a tan selecto club lo constituía el ser, en mayor o menor medida, un chismoso, andar en compañía de chismosos, o, al menos, ser aficionado a los rumores y al que dirán y tener los arrestos necesarios para mantener el tipo frente a las adversidades. Allí se hablaba de todo lo divino y lo humano, se zurcían honras, se conocían cornudos, reales o presuntos, se cosían trajes a espuertas, se especulaba, fabulaba y en suma, se comentaba, más por no callar que por otra cosa, sobre Madrid, sus gentes y aquellos que las gobernaban.

Juzguen vuestras mercedes lo jugoso del asunto. Primer requisito; disponer de tiempo libre, escasísimo bien que no estaba al alcance de cualquiera. A tal efecto, aquellos que podían entregarse al ocio, más aún, a no trabajar en absoluto, lo que era, y es aún, el empeño inveterado de casi cualquier español que se precie, tenían a gala mostrar a los cuatro vientos su privilegiado status. En segundo lugar hay que conocer y sopesar que una palabra mal dicha, o mal interpretada, en aquella época y en esos lugares podía finalizar con unas cuantas estocadas, en el mejor de los casos, y con algún que otro finado en el peor, por lo que, amen de arriesgado, precisaba de ser diestro con el arma blanca o un imprudente de libro.

Aún así el riesgo, o precisamente por él, fueron tres los mentideros más conocidos de la Villa y Corte. Losas de Palacio, las gradas de San Felipe y Representantes.

Losas de Palacio. Situado en la parte delantera del Real Alcázar o Alcázar de los Austrias que era como popularmente se conocía. Dada su concepción de centro de gobierno, los alrededores del Alcázar se poblaban de personas en procura de favores y/o concesiones gubernativas. Igualmente en las ocasiones que la Realeza salía a la calle el pueblo copaba el lugar por ver a los Reyes al pasar. No hay que buscar mucho para saber que el conocido “¿Qué hay de lo mío?” tiene aquí su origen más palpable.

Representantes. Situado en un ensanchamiento que tenía la calle del León, en pleno barrio de las letras, en los aledaños de la calle de las Huertas, y que respondía al nombre de Plazuela del León. Allí se reunían las gentes del teatro, (los representantes o actores) y los literatos y quienes aspiraban a serlo.

Gradas de San Felipe. Estaba situado este mentidero en las escaleras que tenia la Iglesia de San Felipe en la Puerta del Sol. La mencionada iglesia se encontraba situada en un plano más elevado ya que ocupaba la manzana que daba a la calle de los Esparteros, a la calle del Correo y a la calle Mayor y esto posibilitaba que en las escaleras se situasen todos aquellos que, disponiendo de mucho tiempo para el ocio, deseaban conocer de primera mano las noticias de las posesiones españolas y para ello la proximidad de la Real Casa de Correos era optima. Por otra parte la calle Mayor, era lugar de paseo obligado de los madrileños y en ella, a una hora u otra, siempre era posible encontrarse con la persona buscada, ya fuese un amigo, un conocido, alguien con quien ajustar cuentas o la mujer amada. Las gradas suponían un balcón inmejorable sobre esta calle y por ello estaban muy concurridas.

Si vuestras mercedes cierran los ojos, dan un salto en el tiempo y establecen comparaciones con la época actual, seguro que se dan cuenta de que en algunos aspectos, salvando las distancias y el diferente enfoque que se da al honor actualmente, el tema les resulta muy familiar. Los medios de comunicación ya se ocupan de ello.

¡¡Que tiempos en los que las relaciones personales lo eran todo!! Con lo frío que resulta el “papel couche” y lo distante que parecen las cosas en la televisión.

¡¡Lastima de estocadas!!