miércoles, 20 de mayo de 2009

Las chimeneas


Por esos azares de la vida, y con la intermediación de dos personas que me son extraordinariamente próximas y queridas, he llegado a la foto que ilustra este escrito. De entre todas las que me han remitido he querido destacar esta por la elegancia que destila la obra y aquello que me transmite.

No voy a descubrir nada nuevo al respecto, solo pretendo aportar un pequeño grano de arena en forma de comentario a la inmensa genialidad de Gaudí. Debería escribirlo con mayúsculas pero no es de buen tono en la red.

Desde luego hace falta tener un cerebro privilegiado para cultivar las diferentes ramas del saber que atesoró en vida el arquitecto de la Sagrada Familia. Hace falta tener una sensibilidad especial para arrancarle a las diferentes materias primas que empleaba todo lo que tienen en su interior y mostrarlo al mundo entero. Es preciso un sentido del ritmo y del movimiento fuera de lo común para imprimir a tus obras ese carácter especial y único. Es completamente necesaria una percepción muy distinta de la realidad imperante para dar ese toque maestro a todo lo que te rodea.

Para muestra un botón y a eso iba. Esta foto son las chimeneas, o tubos de aireación, no se muy bien, de la casa Milá y no me digan que el apellido no les suena o que no conocen el edificio situado en la parte alta de esa cosmopolita, elegante y marinera ciudad que es Barcelona. Como decía al principio, hace falta ser Gaudí para convertir la humilde y, por concepto, funcional salida de humos de un edificio en una obra de arte.

Esta suerte de guerreros de un pasado o futuro remoto, estos atlantes de yelmo en punta solo podían albergar vida en la mente y las manos del renombrado arquitecto. Sus estirados y retorcidos cuellos partiendo de un único tronco común como la Hidra mitológica esforzándose en atisbar la ciudad que palpita a sus pies solo podían ser creados por una mente única. Esa especie de mascara protectora que cubre y descubre a la vez unos labios singulares y todo ello enmarcado, en definitiva, en ese rostro mudo, pero en modo alguno inexpresivo, revela un talento fuera de lo común del que era poseedor, y con creces, Antonio Gaudí.

Admiren la obra, reflexionen detenidamente sobre la misma y opinen. Se lo recomiendo.

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