jueves, 5 de febrero de 2009

Que Dios nos pille pertrechados


Si Charlton Heston, q.e.p.d., levantase la cabeza comprobaría con satisfacción que sus enseñanzas no han caído en saco roto, que su amada Asociación Americana del rifle le tuvo como presidente una serie de años de forma bien merecida y que en los USA el negocio armamentístico esta bien, a Dios gracias y a salvo de crisis alguna. Y lo comprobaría merced a un aliado completamente inesperado por su rango y tono de piel, Barak Obama, presidente electo de los Estados Unidos de America y el temor que este ha generado, entre los iniciados en el noble arte de la munición, por esa supuesta intención suya de reducir la compra y tenencia de armas por particulares.

El pueblo estadounidense, criado y acostumbrado durante generaciones a una defensa a ultranza de la propiedad privada, obtenida desde sus tiempos como colonos del lejano oeste por la razón de la fuerza, que no la fuerza de la razón, hace gala en una mayoría de sus Estados de una tolerancia, legislativa y social, y cuando no un claro movimiento favorecedor, respecto del uso de las armas de fuego que sorprende mucho aquí, al otro lado del Océano Atlántico más acostumbrados al florete, sable, estilete, navaja trapera y las variaciones que conforman la panoplia de las armas blancas. Y, hete aquí, mira por donde, que de repente, sin quererlo ni beberlo, les ha llegado a la Casa Blanca un presidente novato y díscolo que pretende, tal y como manifestó en su campaña electoral no se sabe inspirado por que brebaje espirituoso, incrementar los impuestos que gravan la compra de armas de fuego en un 500 por ciento en un intento, no se sabe si suicida o simplemente estéril de reducir el número de armas entre la población.

La reacción del, siempre temeroso, estadounidense medio ha sido rápida cual centella dirigiéndose a su proveedor habitual para adquirir provisiones que le permitan capear el temporal y tener cubierta su defensa durante años y por ello las armerías han tenido estos días atrás más clientes que muchos garitos de copas de nuestro terreno patrio ¡¡lo que ya es decir!!. Y sucedió lo que cabía esperar. Los stocks agotados. Las pistolas de 12 y 15 mm, siempre muy demandadas que el calibre 9 es para niños de pecho, con plazo de entrega dos o tres semanas. Las latas militares herméticas para guardar munición volando desde los anaqueles a las manos de los clientes. La munición misma que salía disparada, nunca mejor dicho, hasta los maleteros de los vehículos “made in USA” de los compradores. Pedidos en firme, ¡¡y para ahora mismo!!, de todo tipo de armas automáticas y semiautomáticas, cortas y largas. Ni rebajas, ni crisis, ni niño muerto. Si se descuidan les pillan, no sin comida ni bastimentos, caso este en el hubiera sido comprensible tanto alboroto, sino indefensos ante sus vecinos y, por ende, el planeta entero.

Hombre, yo, personalmente, les entiendo muy bien porque no es de recibo que te cobren por una pistola del calibre 9 mm trescientos y muchos dólares tal que un lunes y que luego pretendas adquirir una más para tu legitima, aprovechando que le adeudas el regalo de su cumpleaños, y te quieran cobrar, el jueves de la misma semana, casi novecientos de la misma divisa alegando no se que mandanga tributaria. Si me pongo en su piel y veo que me quieren estafar de tan mala forma casi me dan ganas de liarme a tiros en plena tienda. ¡¡ Faltaría más!!.

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