Si me queréis irse. Con este escueto, pero contundente mensaje, Lola Flores, la Faraona, la Lola de España, intentaba que el gentío que acudió a la boda religiosa de su hija Lolita dejase la iglesia despejada y se pudiese celebrar el rito matrimonial de su primogénita. Vano intento vistos los resultados en todos los medios de la época.
La frase en cuestión viene a ilustrar ese empobrecimiento generalizado que, de unos años a esta parte, se ha adueñado del Español y, probablemente de otras lenguas, y al que, notoriamente a peor, han contribuido los “chats”, foros de Internet y el lenguaje empleado en los “SMS” y mensajes vía teléfono móvil. Seguro que olvido algún sistema más pero, me tendrán que disculpar, soy más bien lego en la materia.
No es momento de buscar culpables, quizás sería mucho mejor encontrar soluciones, lo que pasa es que, a la vista de los informes sobre niveles educativos de nuestros jóvenes, uno, que es de letras, se queda con la sensación de que la cultura no interesa, es cara y no genera ingresos. A saber: por una parte, y esto atañe principalmente a nuestros gobernantes, las clases dominantes han caído en el grave error cometido. No se puede dar cultura como quien da alpiste a los canarios que la caridad es otra cosa. Es notorio y conocido que un pueblo ignorante es más sencillo de adocenar en uno u otro sentido que una sociedad culta y avisada. Por favor, arbitremos sistemas, o no lo hagamos, da lo mismo, para que la Universidad y los que a ella lleguen no sean más que el último eslabón de una cadena educativa que todo aquel que se precie debe cumplir, pero no vayamos más allá. Que luego, cuando queramos imponerles nuestros dictados siempre habrá mucho disidente. Avisado estas, sistema educativo, cuando la Universidad esta así conceptuada.
En segundo lugar, y no por ello menos importante, deberíamos seriamente reflexionar respecto de los modelos que a la juventud, en general, se lanzan desde los medios de comunicación. ¿Por qué razón, piensan los que hacen la programación, vamos a difundir cultura si podemos emitir aquello que nos es rentable?, ¡que aprendan en otro lugar! ¡¡Donde va a parar el interés que suscitan los, pongamos solo unos ejemplos, que la lista es extensa, “Roldanes”, “Dinios”, “Esposas, amantes, queridas, etc. de Jesulín” y toda suerte de fauna que pueblan nuestras cadenas televisivas comparado con hacer esa televisión, sería, responsable, divulgativa y culta que pregonamos a todas horas!! ¡Ni hablar del peluquín! A fin de cuentas “esa” es la televisión que los espectadores demandan. Para los cultos ya esta la “dos” y esa la ve todo el mundo. O eso dicen.
Como correlativo de lo anterior el sistema educativo en si tampoco aporta mucho o, al menos, los altos índices de fracaso escolar así lo muestran. La gente de mi generación, y ya cumplí los 40, recordará la cantidad de “dictados” que tuvimos que hacer en nuestros años escolares y la importancia que en aquel entonces se daba a escribir correctamente y en ello estaban incluidos los acentos y los descuentos que se hacían en nuestras calificaciones si cometíamos faltas de ortografía. Hoy los medios examinan a pie de cámara a los universitarios y no saben, no conocen, si una palabra lleva o no una “h” intercalada. Poco les ha llegado de aquel recurso nemotécnico del “Ahí, hay un perro que dice ay”.
De estudiar no hablemos. Ejemplo demoledor; un compañero de trabajo comentaba recientemente que su hija de 14 años, a quien afortunadamente logró cambiar a otro centro educativo, le había referido su extrañeza al llegar al nuevo centro ya que allí, “nadie manejaba el móvil en clase” y, lo que era inaudito, “se escuchaba al profesor”. Nada que ver, por tanto, con su anterior instituto donde a los que estudiaban se les conocía como “los motivados”. Angelitos de Dios que inocencia destilan.
No obstante lo anterior Dios me librará de comentar todo esto en público, que en educación de tiernos infantes ajenos es mejor no entrar, no vaya a ser que algúien se sienta afectado o aludido y todavía reciba algún vulgar improperio por mi afeable conducta. Ya conocen el dicho “Entre todos la mataron, (la cultura), y ella sola se murió”.
La frase en cuestión viene a ilustrar ese empobrecimiento generalizado que, de unos años a esta parte, se ha adueñado del Español y, probablemente de otras lenguas, y al que, notoriamente a peor, han contribuido los “chats”, foros de Internet y el lenguaje empleado en los “SMS” y mensajes vía teléfono móvil. Seguro que olvido algún sistema más pero, me tendrán que disculpar, soy más bien lego en la materia.
No es momento de buscar culpables, quizás sería mucho mejor encontrar soluciones, lo que pasa es que, a la vista de los informes sobre niveles educativos de nuestros jóvenes, uno, que es de letras, se queda con la sensación de que la cultura no interesa, es cara y no genera ingresos. A saber: por una parte, y esto atañe principalmente a nuestros gobernantes, las clases dominantes han caído en el grave error cometido. No se puede dar cultura como quien da alpiste a los canarios que la caridad es otra cosa. Es notorio y conocido que un pueblo ignorante es más sencillo de adocenar en uno u otro sentido que una sociedad culta y avisada. Por favor, arbitremos sistemas, o no lo hagamos, da lo mismo, para que la Universidad y los que a ella lleguen no sean más que el último eslabón de una cadena educativa que todo aquel que se precie debe cumplir, pero no vayamos más allá. Que luego, cuando queramos imponerles nuestros dictados siempre habrá mucho disidente. Avisado estas, sistema educativo, cuando la Universidad esta así conceptuada.
En segundo lugar, y no por ello menos importante, deberíamos seriamente reflexionar respecto de los modelos que a la juventud, en general, se lanzan desde los medios de comunicación. ¿Por qué razón, piensan los que hacen la programación, vamos a difundir cultura si podemos emitir aquello que nos es rentable?, ¡que aprendan en otro lugar! ¡¡Donde va a parar el interés que suscitan los, pongamos solo unos ejemplos, que la lista es extensa, “Roldanes”, “Dinios”, “Esposas, amantes, queridas, etc. de Jesulín” y toda suerte de fauna que pueblan nuestras cadenas televisivas comparado con hacer esa televisión, sería, responsable, divulgativa y culta que pregonamos a todas horas!! ¡Ni hablar del peluquín! A fin de cuentas “esa” es la televisión que los espectadores demandan. Para los cultos ya esta la “dos” y esa la ve todo el mundo. O eso dicen.
Como correlativo de lo anterior el sistema educativo en si tampoco aporta mucho o, al menos, los altos índices de fracaso escolar así lo muestran. La gente de mi generación, y ya cumplí los 40, recordará la cantidad de “dictados” que tuvimos que hacer en nuestros años escolares y la importancia que en aquel entonces se daba a escribir correctamente y en ello estaban incluidos los acentos y los descuentos que se hacían en nuestras calificaciones si cometíamos faltas de ortografía. Hoy los medios examinan a pie de cámara a los universitarios y no saben, no conocen, si una palabra lleva o no una “h” intercalada. Poco les ha llegado de aquel recurso nemotécnico del “Ahí, hay un perro que dice ay”.
De estudiar no hablemos. Ejemplo demoledor; un compañero de trabajo comentaba recientemente que su hija de 14 años, a quien afortunadamente logró cambiar a otro centro educativo, le había referido su extrañeza al llegar al nuevo centro ya que allí, “nadie manejaba el móvil en clase” y, lo que era inaudito, “se escuchaba al profesor”. Nada que ver, por tanto, con su anterior instituto donde a los que estudiaban se les conocía como “los motivados”. Angelitos de Dios que inocencia destilan.
No obstante lo anterior Dios me librará de comentar todo esto en público, que en educación de tiernos infantes ajenos es mejor no entrar, no vaya a ser que algúien se sienta afectado o aludido y todavía reciba algún vulgar improperio por mi afeable conducta. Ya conocen el dicho “Entre todos la mataron, (la cultura), y ella sola se murió”.